En un paso más hacia el acercamiento a la situación social de los EEUU, un juez condena a la Frikipedia, una web de obvio contenido humorístico a pagar a la SGAE 600€ por un supuesto delito contra su dudoso honor. Aquí tienen la noticia en una de las web del partido pirata, partido al que por cierto tendré el gusto de votar en las próximas elecciones si el número de afiliados al mismo en mi localidad me lo permite.Otro caso, si cabe más preocupante, es el proceso judicial abierto hacia Julio Alonso, editor de Merodeando.com por publicar una entrada informando del Google bombing ejecutado en contra de la SGAE por parte de multitud de usuarios de la red. Desde aquí le envío un mensaje de ánimo y la esperanza de que el juez que le toque conserve al menos una parte de su cerebro intacta.
Es triste pensar en la cantidad de personas que murieron en el pasado por defender la libertad de la que ahora gozamos para que la política y la justicia (Ni mencionar lo que hacen las multinacionales) vuelvan a actuar con la prepotencia de censurar lo que podemos decir o de quien podemos hablar.
Afortunadamente y dado que toda fuerza tiene un efecto contrario de la misma intensidad, la SGAE está recogiendo lo que ha sembrado y se enfrenta ahora a una grave demanda de vulneración de los derechos a la intimidad de una familia después de grabar un video de su boda para usarlo como prueba en un juicio en su contra, ya que a su parecer están cometiendo un grave delito por poner música sin pagarles una cuota. Además, algunas agrupaciones de internautas y empresarios, hartos de ver como denuncian a sus hijos por bajarse chorradas de internet han demandado a la SGAE por corrupción supongo que pensando en qué hace la SGAE con todo el dinero que recauda por cada soporte de datos que compramos los ciudadanos de a pie.
Y es que, quien a hierro mata, a hierro muere, y la SGAE lleva puliendo su mala imagen demasiado tiempo, porque una cosa es que las grandes empresas se dediquen a llenarse los bolsillos demandándose unas a otras aprovechando vacíos legales o interpretaciones artísticas de la justicia por parte de sus bien remunerados abogados, y otra muy diferente es que un organismo haga eso mismo en contra de ciudadanos que tienen vidas reales con problemas reales.
La SGAE depende del gobierno y de cómo se manejen las leyes, pero parece haber olvidado que no es el pueblo quien debe temer a sus gobernantes, son los gobernantes quienes deben temer al pueblo, y por tanto todo puede cambiar si nos lo proponemos (Que le pregunten a Aznar...). En vuestras manos queda.










